viernes, 6 de julio de 2012

Transporte en Puebla


A todos nos gustaría tener un vehículo grande y fuerte para transportarnos por la ciudad de Puebla, pero eso no es posible, primero porque no todos tenemos con qué comprar un vehículo grande y fuerte, segundo porque serían tantos los vehículos que las calles de nuestra ciudad se convertirían en un enorme estacionamiento por la falta de espacio para circular.

De los 5 millones 779 mil habitantes en el Estado que se revelaron en el último censo del año 2010, 1 millón 539 mil transitamos diariamente por la ciudad de Puebla y su zona conurbada. Imagina que hubiera ocho veces más vehículos que los que actualmente transitan por las calles de Puebla. Bueno, mejor no lo imagines, pero sería un caos, pues con los 200 mil vehículos que actualmente circulan tenemos suficiente, aunque año a año se agregan más. En los últimos 10 años, para tener una idea, en la ciudad de Puebla los vehículos crecieron 82.7 %, es decir, por cada diez vehículos que había hace una década ahora hay dieciocho.

De los 200 mil vehículos que circulan actualmente 160 mil pertenecen a las familias e individuos que tienen la fortuna de contar con auto particular, lo que quiere decir que, el resto, 1 379 000 habitantes, tienen que moverse en transporte de pasajeros (peseras, autobuses, taxis). La cifra no es exacta porque las familias tienen más de un miembro y viajan juntas, por lo que habría que descontar algunos cientos de miles de esa cantidad, pero nos da una idea.

Entonces, de los 200 mil vehículos, 40 mil pertenecen al transporte colectivo que se las tiene que arreglar para transportar a un millón de habitantes al día, unos veinticinco ciudadanos por unidad, pero ojalá la realidad fuera tan sencilla como las sumas y las restas, los famosos promedios; lo cierto es que a horas pico vemos los transportes públicos atiborrados.

Un vochito pesa media tonelada, lo que quiere decir que dos vochitos hacen una tonelada. Eso nos da una idea para imaginar lo que representan 507 mil toneladas de gases tóxicos que anualmente dispersamos en el ambiente de la ciudad de Puebla, residuos de los vehículos que usamos y de la industria, los hogares y otras causas naturales, como nuestro mustio volcán, que aportan en esa contaminación. Pero los vehículos son los principales, el equivalente a un millón de vochitos amontonados. No podemos, por el momento, imaginar una solución a este gran problema que no sea lo obvio: mejorar el sistema de transportes. ¿Viajarías en autobús si fuera un servicio eficiente y agradable?, lo podemos ir pensando. Entre más gente lo piense mejor.

¿Qué necesitaría un adulto como el que escribe, digamos, un cincuentón, para que el transporte público fuera más agradable y eficiente? ¿Nuevas rutas? No. ¿Nuevas tarifas? Mmm, no. ¿Nuevas unidades? No, tampoco. ¿Qué, entonces? Un poco de civilidad en los conductores, un poco de orden en la forma en que las autoridades permiten conducir a esos choferes. Es decir, aplicar la ley, sancionar, retirar licencias. Los choferes son gente como uno, tienen responsabilidades familiares y sociales al igual que todos; temen, por supuesto, quedarse sin empleo. Manejan así porque no hay nadie que se los impida. Cuando se accidentan llegan sus “licenciados” y los sacan del atolladero. Los agentes de tránsito no los ven, los inspectores de comunicaciones ¿existen?, los políticos y funcionarios de gobierno nunca se suben a un transporte colectivo. En fin, la palabra es impunidad.

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