jueves, 23 de junio de 2011

Cazador de virus



El 23 de junio de 1995, a los 81 años, tras vanos intentos por crear una vacuna contra el SIDA, muere el científico Jonas Edward Salk, un neoyorkino descendiente de judíos rusos acostumbrado a las misiones imposibles, que eligió la investigación a la práctica médica para fortuna de la humanidad.

Pero Salk para entonces no era un médico más, sino un célebre científico cuyo apellido nombra el prestigiado Instituto Salk para Estudios Biológicos en La Jolla. Habían pasado cuarenta años desde que el doctor Salk presentó al mundo su vacuna Salk, que detuvo de tajo la peor pesadilla epidémica de mediados de siglo que afectaba a millones de niños en el mundo: la poliomielitis. Tras una fabulosa inversión económica y social, con el concurso de veinte mil médicos y setenta y cinco mil especialistas avocados a encontrar una cura, en 1955 casi dos millones de niños fueron vacunados contra el terrible virus de verano, que tres años antes había reportado cerca de 60 mil casos en los Estados Unidos.

Salk iba a ahora por una vacuna contra el Sida, pero la muerte, implacable y natural como es a cierta edad, se lo impidió.






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