viernes, 29 de abril de 2011

Rodríguez Alconedo



Para Tono en su cumple

En 1762 nace en Atlixco, Puebla, José Luis Rodríguez Alconedo, un personaje muy poblano cuyo nombre escucha uno nombrar a poco de estar en esta ciudad, una combinación de artista y luchador social singularmente apreciado en la historia local.

Rodríguez Alconedo pertenece a la Puebla barroca de las cúpulas de media naranja, de la biblioteca Palafoxiana, el coliseo, el Teatro Principal, el templo de la Compañía y la Concordia con su majestuoso patio de azulejos, de acuerdo a los apuntes de Pedro Ángel Palou; la misma Puebla de El Carmen y San Marcos; del Alfeñique, los Muñecos, el Alguacil Mayor y de la fuente de San Miguel, “el barroquismo en su mejor expresión…”*

En 1791 obtiene el grado de platero y tres años después el título de Académico de Mérito en la Academia de San Carlos, granjeándose el elogio de influyentes artistas como Manuel Tolsá. Pero su éxito estuvo acompañado de envidias y maledicencias, por lo que al despuntar el siglo XIX tuvo problemas con la Inquisición, que le acarrea cárcel y exilio, terminando en una cárcel española de la que pronto es absuelto por falta de méritos.

A su regreso a México esas mismas circunstancias lo orillan a unirse a la insurrección de José María Morelos y Pavón, quien lo nombra supertintendente de su Casa de Moneda, donde utiliza sus artes en la acuñación de monedas y la fabricación de cañones y arcabuses. Le toca encabezar el rescate de Leona Vicario del convento de Belén en la ciudad de México y los siguientes cuatro años se relaciona con las principales cabezas de la lucha independiente.

En 1815, en un ataque a Zacatlán, es aprehendido y sin demasiado trámite fusilado el primero de mayo de ese año. Un personaje singular, no cabe duda.


* Pedro Ángel Palou, Duermen también los dormidos, Gobierno del Estado de Puebla, 2010






jueves, 28 de abril de 2011

D´as Arte Puebla



Luisa y Alejandro arriesgan los mejores años de su vida, que son los que les quedan, para lanzarse a una aventura que busca en la creación, la ciencia y el arte las respuestas que no hemos encontrado en la surrealista realidad mexicana. Mis mejores deseos para que su iniciativa crezca y se desarrolle.

Texto de la invitación:

Muy queridos amigos: Puebla ya cuenta con un nuevo centro cultural denominado D´as Arte filial de D´as arte de Alemania. Nos convoca la búsqueda de los mejores valores sociales e históricos. Justo en los momentos que el país parece resquebrajarse conducido por mediocres, consideramos que es el momento de hacer frente a nuevos retos, caminar sendas no andadas, arriesgarse a descubrir otro color en el horizonte. Por esto es importante que nos acompañes, que unas tu esfuerzo para hablar de cultura, arte, ciencia...vida.

Nuestra inauguración será el 28 de abril a las 19:00 h en la 7 oriente no 1 centro histórico de Puebla.

Tu presencia nos anima, es importante para todos. Abrimos con una muestra de pintura, dibujo y escultura de artistas de varias nacionalidades radicados en Alemania y México.
Con el afecto y cariño de siempre.

ARD







Ahí nos vemos









miércoles, 27 de abril de 2011

Sueños de viento y cielo




A principios de los años treinta todo parecía indicar que tendríamos en México nuestro propio Charles Lindbergh, el célebre piloto de los viajes interoceánicos.

El 27 de abril de 1930, a bordo de su monoplano EMSCO de 450 caballos de fuerza, los pilotos Pablo Sidar y Carlos Rovirosa partieron de Balbuena, en la ciudad de México, con la idea de volar hasta Buenos Aires, Argentina. Un sueño a la medida de los tiempos.

Se sabe que salieron a tiempo y arribaron con bien a los estados del Sureste mexicano, donde fueron recibidos con gran entusiasmo. Se sabe que emprendieron el vuelo hacia el sur del continente, pero desde entonces nada se volvió a saber de ellos, hasta que los restos de la aeronave fueron localizados tras un infortunado accidente en un país de Centroamérica, el 11 de Mayo de ese mismo año. El sueño había terminado.




martes, 26 de abril de 2011

La fuga



En 1976 todo era más sencillo. El país era más sencillo. El propio crimen. Yo terminaba el último año de preparatoria y cada día fabricaba ilusiones sobre mi inminente viaje a la capital de México, a donde iría a estudiar una carrera universitaria.

Entonces los narcotraficantes eran especies exóticas, y en torno de los grandes delincuentes se fabricaban toda clase de mitos y exageraciones. Como escribió alguna vez el periodista Jesús Blancornelas: “quedábamos deslumbrados cuando pillaban a los mafiosos”, como quedamos maravillados con la fuga de un delincuente gringo con nombre novelesco, David Kaplan, que escapó del penal de Santa Martha en un helicóptero que bajó por él hasta el mismísimo patio, como en una película de James Bond.

El 26 de abril de 1976, otro narcotraficante de novela, llamado Alberto Sicilia Falcón, se fugó de la cárcel del palacio negro de Lecumberri, a través de un túnel. Sicilia Falcón fue uno de los primeros narcos, en el echeverriato, que había sido agente de la CIA y amante de Irma Serrano (la amante del expresidentes Díaz Ordaz). Sicilia era de origen cubano y en ese momento tenía 31 años de edad, pero muy bien vividos. Traficaban con goma y mariguana y había montado una red entre Sinaloa y el suroeste de Estados Unidos, que terminaba en las calles de Nueva York y Los Ángeles, Miami y Chicago, Detroit y Washington. Antes de su captura se dice que tenía en su nómina a toda la ciudad de Guadalajara, pues entre sus atributos, además de mucho dinero, estaban su distinguida presencia que lo relacionó con la crema y nata de la “sociedá”. Por lo menos esa fue la impresión que se llevó Jesús Blancornelas cuando lo visitó en la cárcel: “El cubano Alberto Sicilia Falcón operaba en México y era todo un galán. Manejó cocaína como nadie hasta la fecha. Por lo menos han transcurrido 40 años desde su captura. Parecía artista de cine. Tenía mucha clase.” *

Sicilia Falcón es uno de los cuatro narcos, de setenta, fugados de cárceles mexicanas y recapturados unos días después. Purgó su condena y al parecer fue soltado a principios de los años noventa.


* http://www.suracapulco.com.mx/anterior/2000/diciembre/05/pag15.htm






lunes, 25 de abril de 2011

América para quién



Me he preguntado mil veces sobre la pertinencia de que mi continente se llame América, de ser americano, más allá de las razones que hayan orillado a ese resultado, pero no he llegado a una buena conclusión. La dualidad historia-geografía es un enemigo formidable para cualquiera que ose cuestionarlas o contradecirlas y no seré yo quien lo haga. Somos americanos de Alaska a la Patagonia, de eso no hay duda. No deja, sin embargo, de ser molesto que los europeos llamen “americanos” a los estadounidenses y que América sea el nombre común de los Estados Unidos en el llamado viejo continente. Como buenos colonizados, muchos “americanos” de México, entre ellos algunos gobernantes, como Fox, decidieron también llamar a los estadounidenses “americanos”, denominación que escuché, para mi desazón mayor, al propio canciller mexicano, Ernesto Derbez, para referirse a nuestros vecinos del norte.

No voy a decir que esta discusión me quite el sueño y sé que me podría pasar la vida acalorando bizantinamente el tema con la incómoda certeza de tener la razón, pero más de una vez he soñado en que nuestro continente podría tener otro nombre, el problema es cuál.

El chisme de América comenzó un 25 de abril del lejano 1507, cuando se publica en la Introducción a la Cosmografía un mapa con el continente americano perfectamente definido y separado de Asia, nombrado “América” por su dibujante Martin Waldseemüller. Aunque en ese momento no fue definitivo, con el tiempo predominó la idea y terminamos llamándonos así. Infeliz ocurrencia derivada del nombre de un santo desconocido, Américo Vespucio, cuyos méritos para semejante honor podrían ser discutidos desde entonces hasta hoy. El tal Américo es una especie de fantasma que pena en los rincones de nuestra geografía, pero también es un fantasma de la historia.

Hay muchas interpretaciones –todas incómodas- de aquella frase que define la doctrina Monroe: “América para los americanos”, ésta es una más.






domingo, 24 de abril de 2011

Frases de memoria



La memoria va siempre de la mano del olvido. El olvido es siempre la sombra de la memoria.



Andreas Huyssen









sábado, 23 de abril de 2011

El infierno de Anchitks




- Haremos el experimento nuclear en un sitio donde no haya nada.
- ¿Puede describirme un lugar en la tierra donde no exista nada?
- Nada importante, quiero decir.
- ¿Seres humanos?
- Exacto. Será la primera explosión nuclear transmitida en vivo por televisión.
- ¿Y cuál es el lugar elegido, general?
- Las islas de Anchitks, en Alaska.

23 de abril de 1952, hora cero. La poderosa bomba de hidrógeno mononuclear es detonada de acuerdo con los planes desatando sus inmediatos efectos de calor, presión, radiación y pulso electromagnético. El aire se calienta a miles de grados y produce una gran bola que asciende a 100 metros por segundo. La observación directa de la bola de fuego causa ceguera permanente en quienes se encuentren a menos de 25 kilómetros, quema las retinas a quienes la miren a 60 kilómetros de distancia. Nadie pensó en los animales. En un radio de ocho kilómetros no habrá piel que los proteja del calor radiactivo que avanza a 200 kilómetros por hora, pero si llegara a hacerlo, la sobrepresión hará estallar sus pulmones en los primeros treinta segundos. Si por alguna razón se llegara a sobrevivir, miles de proyectiles llevados por el viento nuclear a velocidades increíbles arrasarán lo que quede de vida.

Fuera del rango de los diez kilómetros habrá mayores posibilidades de sobrevivencia, pero pronto vendrá la radiación que, al atravesar el organismo de los seres vivientes, los rayos gamma y los neutrones serán absorbidos por el cuerpo, lesionando su sistema celular. Posteriormente, el material radiactivo llevado hasta la baja y alta atmósfera, caerá en formas de lluvia ácida, dependiendo de su tamaño, las siguientes semanas, los siguientes meses y los siguientes años.

La bomba atómica de las islas de Anchitks no está considerada entre las más importantes de la historia, si recompara con otras poderosas bombas que se hicieron estallar posteriormente, como la del primero de noviembre de ese mismo año en las Islas Marshall del Pacífico Sur, que alcanzó temperaturas de 15 millones de grados, vaporizando el atolón.
La bomba probada de 15 megatones produjo un cráter de dos kilómetros de diámetro, expulsó millones de toneladas de material radiactivo a la atmósfera y, a causa de los vientos, causó que el atolón Rongelap, a 160 kilómetros de la explosión, recibiera durante las siguientes 96 horas dosis de radiación muy superiores a las letales. Cientos de isleños presentaron alta incidencia de cáncer y enfermedades tiroidales.

Volveremos con más destrucción después del corte comercial.


viernes, 22 de abril de 2011

El AGN



El 22 de abril de 1823, con la promoción de Ignacio López Rayón y José María Vigil, Juan de Uribe e Ignacio Cubas se proponen concretar la creación de un Archivo General que ordenara los documentos de la flamante nación y su largo pasado colonial. El fantasma del Conde de Revillagigedo, otrora virrey de la Nueva España, podía descansar en paz, pues fue él quien desde 1794 insistió en crear un sitio que reuniera los documentos básicos del gobierno virreinal que ya acumulaba tres siglos reunidos en un mismo sitio, que era el propio Palacio Virreinal.

En los años ochenta trabajé durante varios meses en la Galera 5 del Archivo General de la Nación (AGN) revisando expedientes de la Secretaría de Fomento del siglo XIX y después de la de comunicaciones y transportes para el XX. Era una extraña sensación la de entrar al panóptico de Lecumberri que había sido prisión hasta diez años antes. De hecho, las huellas carcelarias estaban aun presentes en algunos rincones de las celdas en donde se guardaban los archivos y muchos de ellos se encontraban aun en cajas de mudanza pues acababan de llegar. Al principio los encargados no me quitaban la vista de encima, pero con el tiempo la vigilancia se relajó un poco y pude echar ojitos por aquí y por allá en esa galera que contenía todo lo relacionado al gobierno federal.

El archivo general de la nación, como la política que lo prohijó desde el principio, no tuvo una vida fácil. Del Palacio Virreinal pasó en 1847 a resguardo de un librero y editor, que lo mantuvo a salvo. Cuando llegaron los franceses, tan aficionados a los documentos y a llevárselos a su país, Benito Juárez de plano los sacó de la capital y se dice que estuvieron resguardados en la Cueva del Tabaco, en Coahuila; durante el Porfiriato fueron llevados nuevamente a la ciudad de México y conservados en una iglesia de Tacubaya, la Casa Amarilla y, finalmente, antes de ser puestos en el Palacio de Lecumberri, estuvieron varios años en el Palacio de Comunicaciones de San Juan de Letrán.

En los años ochenta Lecumberri parecía un sitio ideal para tan grande acumulación de documentos, aunque eran evidentes algunos problemas de humedad y goteras que los empleados resolvían con viles cubetas. Con todo, Lecumberri, junto al metro San Lázaro, parecía ser la solución para que el AGN pudiera dar un servicio público eficiente y masivo, pero hasta donde sé los especialistas dijeron otra cosa.

En el fondo de las cosas, no importa dónde esté el Archivo General de la Nación, lo que importa es que esté, que se mantenga seco, público, eficiente para consultar esos millones de documentos que no hablan de otra cosa que de nosotros mismos.






jueves, 21 de abril de 2011

Coméis y os vais




Con nuestra ancestral ignorancia a cuestas, todo mundo cree que Vicente Fox es poco menos que analfabeta, nunca ha leído un libro en su vida, llama a su esposa a chiflidos y sus famosas frases sexenales quedarán en el libro de nuestras parrafadas históricas. Hay, sin embargo, una referencia histórica sutil que a todos nos pasó por alto, la de “comes y te vas”, que le dijo a Fidel Castro en aquella visita donde estaría también su compadre Bush Jr., a quien Fox temía incomodar.

En realidad, Fox hacía referencia a una frase histórica de Moctezuma del 21 de abril de 1519 cuando Hernán Cortés llega al islote de San Juan de Ulúa, Veracruz, donde embajadores de Moctezuma lo reciben con regalos y mensajes del emperador mexica, que no era otro que: “Coméis y os vais por donde habéis venido”.

El emperador azteca no calculó que los regalos con abundante oro lo único que provocarían sería la ambición del militar español, que decidió quedarse con los resultados que todos conocemos. ¿Fue acaso un error de traducción?












miércoles, 20 de abril de 2011

1188-2011-2834



Este año, Julio tendrá 5 Viernes, 5 Sábados y 5 Domingos. Sólo sucede cada 823 años. Le llaman el saco del dinero. Envía esto a todos tus amigos y según dicen recibirás dinero dentro de 4 días.

Sinceramente no creo mucho en estas amenazas, buenas o malas, pero estoy seguro de no estar en este mundo dentro de 823 años, por lo que no podré volver a tener la oportunidad de hacer notar esta extraña acumulación de fines de semana que me parece, por decir lo menos, singular. Y bueno, no está de más comprar un boletito de la lotería.

Gracias hasta Chile para mi amigo Moncho que esperó 823 años para regalarnos esta extraña noticia. Una sencilla operación nos permite saber que la última vez que ocurrió fue en el medieval año de 1188, que los numerólogos encontrarán interesante. Y el próximo julio con cinco fines de semana será en el año 2834, espero que haya calendario todavía. La suma de esos números nos da 17, que es la edad que tenía cuando dejé de creer en idioteces. No sé qué signifique.





El meollo, joven



A lo largo de una vida en México se conocen innumerables Cantinflas, hombres y mujeres. Gente de raigambre popular –aunque muchos venidos a más- que habla hasta por los codos para decir apenas un atisbo de idea, retórica florida de un lenguaje que quisiera decir más de lo que puede y de lo que debe. A bordo de taxis me he encontrado por lo menos a tres grandes cantinflas, pero en la política he conocido aún más. También todos hemos sido alguna vez cantinflas o hemos cantinfleado –calculo que en todo el mundo y en todos los idiomas-, por lo que el arte de hablar mucho sin decir nada lleva por nombre el apodo de este comediante singular muerto un 20 de abril de 1993.

La ilación de falsas ideas salpicadas de neologismos e inventos puros, motivados por el nerviosismo o el simple apantallamiento, fue una suerte de metodología que Cantinflas utilizó para sus desquiciados discursos. Conceptos inaplicables como “puntos suspensorios” en lugar de suspensivos, dieron los elementos para la fabricación de frases en doble sentido que en este país apreciamos de manera especial. No se le entendía mucho en el extranjero, menos en idiomas que no fueran español, pero el secreto de Cantinflas es que no se le entendía tampoco en México. Simplemente no se le entendía y punto.

Más allá de la comedia, Cantinflas es una metáfora fiel del discurso político mexicano, retórico y pretendidamente humanista, pero más falso que un billete de dos pesos. No es que no se quiera decir algo si no que, como él diría, usted lo que quiere es confundirme, o sea, para prevalecer la prevalencia se requiere de un significado, porque lo que se ha querido decir no se ha dicho, o se ha dicho pero sin decirlo ¿quién lo dijo, entonces? Nadie lo dijo, porque si lo hubiera dicho habría alguien capaz de decirlo, pero hasta donde se ve no existe ese individuo, joven. Es tanto como decir que nadie ha dicho nada.









martes, 19 de abril de 2011

Cristeros y santos



El 19 de abril de 1927, en la estación de Limón, Jalisco, un batallón cristero detiene un tren, de donde hacen bajar y fusilan en el acto a 42 soldados del gobierno, desatando una cacería por toda la región. Las refriegas habían empezado un año antes con muy poca piedad de ambas partes. Sin embargo el pretexto –o el contexto- era Dios, la religión y su histórico discurso del perdón y la gracia, que afortunadamente prevaleció en algunas regiones del país, como Puebla, al menos de uno de los lados.

Muchos poblanos se adhirieron a la causa religiosa, tomaron misa clandestinamente y simpatizaron con los Cristeros alzados en Jalisco, Guanajuato, Colima y Michoacán. Participaron en el boicot para crear una crisis económica, según la versión del gobierno. Duraron tres años aquellas hostilidades, hasta que en 1929 se hicieron acuerdos, la Iglesia reanudó el culto y el ejército de los Cristero se rindió.

En ese ambiente de heroísmo que involucraba al misticismo y desataba la imaginación de los creyentes, muchos actos heroicos fueron confundidos con virtual santidad, como fue el caso de un sacerdote de la Iglesia de Jesús en la ciudad de Puebla que destacó por su valentía, al ofrecer misas clandestinas ahí donde se lo pedían, disfrazándose de obrero para no ser reconocido, pues pronto hubo precio a su captura.

Judith Cid era una niña cuando el padre Cedeño hizo sus milagros en plena Revolución. Ella lo recuerda, claro, como un santo:

“Nos platicaba mi mamá que una criada que llevaba una vajilla china, un jueguito chino de porcelana, que se cae y se le rompe,.. la muchacha estaba llorando y viene el padre y la encuentra ahí. Por entonces era el colegio del Espíritu Santo, la Compañía. “¿Qué te pasa?” Ay, mire padre, ya rompí esto. Dicen que cogió los pedacitos, se los acomodó, se los cubrió con la servilletita y le dijo: “tú ve, los entregas y le dices que se te rompieron”. No padre... “Tu ve y entrégalos”. Y que va y las tacitas estaban enteras. Dicen que él hacía milagros. Era el padre Cedeño, así se apellidaba, no me acuerdo su nombre. Entonces, todo lo que ve usted que está en la Compañía, el padre Cedeño lo hizo, todo eso de los techos, como estaba con su overol no lo reconocieron, porque si lo hubieran reconocido, pues yo creo que sí lo hubieran hasta mandado matar, porque era... decían las gentes que era un santo. Y eso platicaban. Ahí hice yo mi primera comunión, en la Iglesia de la Compañía, junto a mi hermano, los dos, pero era ese señor Calles malo.”

“Sí, conocí al padre Cedeño. Era un santo, sí, era un padre viejecito, muy hermoso y en esos años nos decía a todos: “no, no es pecado eso...” Padre, que vimos esto, que nos fuimos allá. “No, no es pecado, no”, decía. Ay padre, fuimos al cine a escondidas. “No, eso no es malo, ustedes digan en sus casas que van al cine, por qué tienen que esconderse.” Padre, que no nos dejan. “Ustedes díganles a sus papás que tienen que ir. No digan mentiras.” Sí, era un padrecito muy bueno. Pobrecito, se murió. Y ¡uh!, fue una cosa hermosísima cuando se murió el padre Cedeño. Lo velamos ahí en la Compañía. No en la iglesia, en la capilla de adentro, donde estaba el Santísimo. Había monjas, y nos llevaron a todos, toda la escuela no, unas cuantas nada más estuvimos en el velorio. Ya en el entierro sí nos llevaron a todos al panteón. No me acuerdo de qué moriría, pero confesaba muy hermoso, muy bonito.”

Amén.









lunes, 18 de abril de 2011

El horizonte humano


El 18 de abril de 1955 muere el físico alemán Albert Einstein, autor de la Teoría de la relatividad y Premio Nobel de Física en 1921, nacido en Ulm, Alemania el 14 de marzo de 1879.


Nací dos años después de su muerte, por lo que en mi vida Einstein ha representado un sin fin de sinónimos: de científico, de ciencia, de informalidad, de estilo, de seguridad, de sencillez, de simpleza, de conocimiento. Es la viva imagen del sabio, no sólo del siglo XX sino de la historia completa. Las anécdotas de su vida, lejos acercarlo a la vida común, lo aleja como lejanas son las incidencias cotidianas de una estrella de rock. Sus simplezas domésticas se convirtieron en extravagancias. Al parecer, nada en nuestra vida volvió a ser igual después de que él formulara su célebre fórmula E=mc², la expresión matemática de la equivalencia masa-energía, como consecuencia de su Teoría de la Relatividad, que reformuló completamente el concepto de gravedad.


El día de hoy, tal vez, Einstein hubiera podido ser salvado de la hemorragia interna provocada por la ruptura de un aneurisma de la aorta abdominal a sus 76 años, pero no en 1955. “He hecho mi parte, es hora de irse”, se dice que afirmó. Y sí, había hecho su parte, había cambiado el horizonte humano.



domingo, 17 de abril de 2011

Rueda pelota rueda


Dice el lugar común que la historia la escriben los ganadores. Y por algo es común. Cuántos inventos chinos o árabes pasan hoy por europeos, para no hablar de las materias primas del continente americano que los “ganadores” se apropiaron olímpicamente.


Este aspecto cobra relevancia en los deportes, donde los ingleses propusieron las reglas generales de una práctica común en el mundo de patear un esférico y que hoy se siguen a nivel mundial. Porque si hablamos de pelotas, sin albur, pues hasta los delfines juegan a la pelota, pero entre los humanos ha sido habilitada con toda clase de elementos, de cocos a hule primitivo, pasando por telas, madera, cuero, una que otra cabeza y la moderna confección de balones de plásticos y fibras sintéticas.


El 17 de abril de 1886 se crea la International Football Association Board con reglas claras sobre el funcionamiento que se habían venido discutiendo cincuenta años antes. “Prohibido el uso de armas en los partidos”, “estrictamente prohibido el asesinato del contrario”, etc., porque habría que ver la violencia que privaba en el deporte antes de formalizar estas reglas. En el México antiguo el equipo perdedor era pasado por las armas, eso sí, con honores. De tal forma que se pusieron todos a jugar. Veinte años después se crea la FIFA y tuvieron que pasar cincuenta largos años para la organización del primera Copa Mundial de Futbol. Al parecer valió la pena.


Hoy, el futbol traslada a una cancha las aprensiones de millones de fanáticos que vuelcan sobre la pelotita todas sus frustraciones de la semana. Se fabrican dioses temporales, súbitos villanos y vanas esperanzas de naciones enteras. Es el nuevo opio de los pueblos en donde siempre ganan, coincidentemente, los redactores de la historia.



sábado, 16 de abril de 2011

Puebla 480


El 16 de abril de 1531 se funda la ciudad de Puebla en la zona del Alto de San Francisco con la intervención de dos religiosos de grandes miras: fray Julián Garcés, obispo de Tlaxcala, y fray Toribio de Benavente, conocido como Motolinía, con un proyecto de Juan de Salmerón, oídor de la segunda Audiencia de la Nueva España.

A diferencia de la gran mayoría de los asentamientos humanos, Puebla nace como ciudad, pues nunca fue rancho, ni villa, ni pueblo. Un año después de celebrada la primera misa, este día de 1531, la reina Isabel de Portugal, a través de la Real Cédula, le otorga el título de Ciudad de los Ángeles, por lo que Puebla nace como ciudad desde su primer edificio, preservando por casi cinco siglos esa dignidad. Bueno, ahora es una metrópoli.

Para celebrarlo como se debe, el Archivo Histórico Municipal ha iniciado la publicación de una revista que lleva por nombre El pregonero de la ciudad, a cargo de, ya se sabe, la eficiencia revivida en las historiadoras Maricruz Ríos Yanes, que es la directora del Archivo, y el dúo dinámico compuesto por Feli Ocampo y Aurelia Hernández Yahuitl, en este número acompañadas por otros importantes historiadores asociados al Archivo Municipal.

Recomiendo mucho este boletín y le deseo larga vida. Si te interesa puedes solicitarlo al Archivo Municipal de Puebla directamente, pero si se te dificultara la conexión yo mismo tendré mucho gusto de enviártelo en formato PDF, pues lo acabo de recibir y me he divertido mucho leyéndolo. Pídelo a: recuerdospoblanos@gmail.com En este primer número viene el ABC de la fundación, con los datos que ya muchos conocemos pero que no está de más darles una ventiladita, fotos muy espectaculares, reseñas de libros, primeras noticias de la ciudad, legislación y linajes.

Felicidades.

Cristeros en Puebla


La incipiente estabilidad postrevolucionaria se rompió en 1926 al enfrentarse la Iglesia con el Estado, cuando ésta intentó recuperar privilegios. Calles publicó en junio de ese año una serie de leyes que controlaban los intereses católicos y señalaban penas para los infractores de la ley. Declaraciones hostiles de obispos en contra de la Constitución en 1926 provocaron el cierre de escuelas y conventos por parte de las autoridades civiles y la expulsión de sacerdotes extranjeros. El gobierno lo interpretó como un boicot para crear una crisis económica. La Iglesia suspendió el culto y no tardó en estallar la rebelión armada. La rebelión cristera, que se centró en los estados de Jalisco, Guanajuato, Colima y Michoacán, tuvo carácter rural y no se terminó hasta 1929, cuando la Iglesia reanudó el culto y el ejército cristero se rindió. Mientras tanto, las misas se hicieron en casas particulares que se arriesgaban a perderlas.


Puebla no fue la excepción, con sus numerosos católicos. Se habilitaron con la mayor cautela casas dispuestas a arriesgarlo todo con tal de participar en la celebración de las misas. Una de ellas fue la de la familia Centurión, según recuerda doña Judith Cid de León que en 1926 contaba con 16 años.


“Cuando gobernó Plutarco Calles en cada casa, escondida, había misas. Ya vivíamos en la colonia Humboldt. Entonces iba un sacerdote a las casas y decía la misa, pero muy discretamente, porque por eso a muchas personas les quitaron las casas. Porque se las quitaban. El gobierno, donde sabía que había una misa, les quitaba sus casas a las personas. Por eso es que también no había muchas casas con misa, porque eran abusivos, rateros. Nos llevaban a escondidas. Allá en la colonia Humboldt, un señor Centurión hacía misas. Había un padre Cedeño, que era de la Compañía de Jesús, y lo buscaban para apresarlo y matarlo. Entonces él pintó todo lo que es la Compañía y entraban y le preguntaban por él, pero como estaba con su overol no lo reconocían.”


Mary Santillana tenía 18 años en 1926 y recuerda las precauciones que debían tomar para asistir a alguna de las mismas en la clandestinidad. Ella me contó el día en que no llegaba a su casa para preocupación de su papá:


“A los militares se les respetaba mucho en esa época. Lo que es los militares y los sacerdotes tenían la primacía en todo. Los sacerdotes entonces andaban vestidos como sacerdotes, les permitían. Ya después vi que les prohibieron andar vestidos como estaban acostumbrados. Oíamos misa a escondidas. Una vez me acuerdo que yo me fui a una misa a escondidas. Como me tardaba mucho mi papá, pobrecito, me fue a buscar. Ya que me encontró le dio mucho gusto, me llevó a la casa llorando de emoción de que me había encontrado. “Ay, hija, yo creí que ya te habían llevado a la cárcel.” Lo llevaban a uno a la cárcel. Fue una época muy dura para los católicos. Sí, tenía uno que esconderse para ir a la misa, pero íbamos a las casas. Por ejemplo, usted prestaba su casa y ahí nos reuníamos varios católicos a oír misa, pero a escondidas. Llegaba el cura, se cambiaba y empezaba la misa. Fue en la época de Plutarco Elías Calles, y luego él murió entre puras monjas, je je, después de ser tan anticatólico”.



viernes, 15 de abril de 2011

El búho ulula en el granero


“Creía en Estados Unidos, el país que no podía equivocarse. Era más grande que todos los demás, mayor aun que Dios. Puesto que contábamos con el pleno apoyo de Estados Unidos, no podíamos perder. Nos lo dijeron, lo prometieron, lo repitieron hasta la saciedad. Contamos con el respaldo total de las fuerzas armadas. Desembarcamos convencidos de que la fuerza aérea y la marina nos apoyarían. Era imposible perder. Contábamos con el respaldo de los poderosos Estados Unidos. ¿Y qué pasó? Acabamos en las ciénegas, perdidos y hambrientos, a esas alturas nos alimentábamos de cortezas de árbol, y por radio nos decían: ´Atención, brigada, el búho ulula en el granero´; ´Mañana, hermanos míos, el niño lisiado trepará a la colina´. Nos desarmaron, sujetaron nuestras manos con una larguísima cadena enlazada y nos metieron en transportes de tropas para trasladarnos hasta el campamento de la milicia más cercano. Nos sobrevoló un avión y grité, les dije a nuestros hombres: ´Muchachos, no disparen, es uno de los nuestros´…” *


Raymo era uno de los mil doscientos cubanos exiliados en Miami que combatieron en Bahía de Cochinos contra el gobierno de Castro y en donde todo salió mal. La brigada era la 2506 entrenada por la CIA y dotada de armamento militar suministrado por el gobierno estadounidense: fusiles automáticos, ametralladoras, cañones, explosivos y equipos de radio, además de la promesa de 30 aviones de transporte y ataque, 5 taques 8 barcos y 7 lanchas. Un pequeño ejército.


El 15 de abril de 1961 salieron desde Puerto Cabezas, Nicaragua, y efectuaron un único bombardeo a tres aeropuertos cubanos, los demás fueron cancelados por el presidente Kennedy en persona. Mil doscientos milicianos desembarcaron el Bahía de Cochinos con la misión de formar cabeza de playa. La tarea consistía en resistir 72 horas para que fuera posible reconocer un “gobierno provisional” que justificara la intervención del ejército más poderoso de la tierra. Pero antes de que se cumpliera ese plazo casi todos habían sido capturados. Los que no, corrían entre pantanos transmitiendo por sus modernos radios un repertorio de improperios contra la traición.


Kennedy modificó los planeas originales de la CIA porque hubiera sido imposible negar su participación, los barcos de la brigada 2506 se retiran definitivamente sin poder desembarcar equipos y municiones. Bahía de Cochinos había sido, simplemente, una cochinada. Un centenar de invasores muertos, 1189 aprehendidos. Y nunca más, a pesar de los deseos de invadir la isla. La crisis de los misiles obligó al pacto Kennedy-Kruschev a prometerlo oficialmente. Nunca más. A cambio de 53 millones de dólares en alimentos, medicinas y transportes los mercenarios retornaron vencidos a Miami. La aventura había terminado.


* Libra, Don DeLillo, Seix Barral 2005, p. 317



jueves, 14 de abril de 2011

Corazón de cristal



El 14 de abril de 1865 una bala atraviesa la cabeza de Abraham Lincoln mientras veía una obra de teatro, muriendo la mañana del día siguiente. Las motivaciones que tuvo John Wilkes Booth para irrumpir en su palco y dispararle no son claras, se habla de que era un pro-esclavista, un amante despechado, un actor sin papel.

Abraham Lincoln se opuso a la expansión del esclavismo desde su campaña para la presidencia en 1860, lucha que le cuesta a su país la onerosa Guerra de Secesión entre el Norte y el Sur, misma que gana. En 1863 dicta la Proclamación de Emancipación y dos años después la Decimotercera Enmienda a la Constitución que le dio rango constitucional. Pasó un siglo para que la discriminación contra los negros disminuyera verdaderamente en los Estados Unidos, pero Lincoln tiene el mérito de haberlo establecido.

Un rasgo poco conocido de Abraham Lincoln fue su bisexualidad, ampliamente comentada por la mayoría de sus biógrafos empezando por Carl Sandburg en el lejano 1926, aunque hay otros que la niegan obstinadamente. En tiempos de WikiLeaks se exigen evidencias concretas, por lo que los buscadores de los bajos fondos obtuvieron información contundente que dejan poco margen a la duda. Tuvo siete relaciones afectivas, la mayoría de años de duración. Tres fueron con mujeres, su esposa entre ellas, y cuatro con hombres. A saber: Billy Greene, su maestro de gramática; Joshua Fry Speed, con quien compartió el lecho cuatro años; el joven Elmer Ellsworth cuando Lincoln ya era presidente y David Derickson, capitán de la guardia presidencial.*

No tengo empacho en afirmar que este rasgo de Lincoln me simpatiza y me ayuda a comprender su mirada triste y su famosa melancolía. Leí hace muchos años la biografía Lincoln del incomparable Gore Vidal, por cierto célebre homosexual, pero no recuerdo que se haya metido en ese tema, fino como es.

Como sea, un rasgo de liberalidad singular en un presidente del siglo XIX, que también explica –abuso de libertinaje conclusivo de mi parte-, tal vez, sus convicciones contra el esclavismo que se adelantaron cien años para que pudieran hacerse realidad. O no sé, es extraño que el avanzado movimiento gay de los Estados Unidos no lo haya usado como bandera de su lucha. ¿Será que son menos liberales de lo que pensamos?

* http://es.wikipedia.org/wiki/Abraham_Lincoln#Controversia_sobre_su_sexualidad

miércoles, 13 de abril de 2011

El héroe analfabeta


El 13 de abril de 1762 nace Hermenegildo Galeana, caudillo de la Independencia de México que se integró desde el origen a la lucha de Hidalgo y Morelos desde el estado de Guerrero.


Hermenegildo Galeana perteneció a una familia de hacendados propietaria de la hacienda del Zanjón. Humildes a pesar de todo, Hermenegildo y sus hermanos no aprendieron jamás a leer y escribir, lo que sería un impedimento importante en los momentos cumbres de su lucha. Se unen a Morelos en su paso por la hacienda y desde el primer momento Hermenegildo mostró dotes de liderazgo y valor que no pasaron desapercibidos para el jefe insurgente.


A Galeana le toca luchar en la primera parte exitosa de la lucha insurgente cuando, junto a José María Morelos, logran importantes victorias que inician en el sitio de La Sabana, cuando Morelos lo nombra capitán. Le toca invitar a la familia Bravo a participar en la lucha y juntos toman Tenancingo, después Taxco y finalmente Cuautla, donde resisten el sitio de Calleja por 72 días y viven para contarlo.


Cuando Galeana toma Tehuacán, Puebla, Morelos lo nombra Mariscal, pero sus limitaciones culturales le impiden asumir un liderazgo mayor. Su campaña sigue hacia el sur y muy pronto toma Oaxaca, cuando manda fusilar a todos los defensores realistas, para marchar después hacia Acapulco. A pesar de que Mariano Matamoros asume el segundo puesto de la lucha en las fuerzas de José María Morelos, para los españoles era Galeana el enemigo a vencer para debilitar el frente insurgente.


Después llega la debacle. Galeana y su ejército pierde batallas decisivas contra las fuerzas de Agustín de Iturbide, cuando todavía era militar realista, y en medio de la huída y la depresión de la derrota, Galeana, de 52 años, decide abandonar la lucha. Se oculta en la sierra guerrerense hasta que en junio de 1814 es detenido y muerto por un soldado raso que no quiso escuchar explicaciones. Galeana era un trofeo importante, por lo que cortan su cabeza para ser exhibida en Coyuca para escarmiento de sus simpatizantes.



martes, 12 de abril de 2011

Los hombres guapos no bailan


En la famosa fotografía de la Conferencia de Yalta en la Segunda Guerra Mundial, donde aparecen Churchill, Stalin y Roosevelt, el presidente de los Estados Unidos no disimula su incomodidad, no de estar con estos dos hombre que de suyo le eran antipáticos, sino por un estómago atrofiado por la paraplejia que afectaba el funcionamiento de sus intestinos y vejiga, tras veinte años de poliomielitis contraída mientras nadaba en aguas estancadas en 1921.


La enfermedad, sin embargo, no fue impedimento para proseguir una brillante carrera política donde por supuesto hubo dolorosas derrotas, pero también grandes e importantes victorias.


Franklin Delano Roosevelt, que muere el 12 de abril de 1945, fue la historia de un político alto, guapo y carismático; con facilidad de palabra, el joven neoyorquino fue un funcionario exitoso desde joven como secretario adjunto de la Marina en 1914, donde fundó las reservas y llegó a ser el más alto mando por su gran talento administrativo, por encima, incluso, del Secretario de Marina en el curso de la Primera Guerra Mundial.


Siempre con ayuda de su poderosa y dominante madre y de una esposa fiel que aguantó sus numerosas infidelidades, Eleonor, la carrera política de Franklin Delano Roosevelt, a pesar de su poliomielitis, toma altura con su designación como gobernador de Nueva York, que lo catapulta para ocupar la presidencia de los Estados Unidos hasta por cuatro veces entre 1933 y 1945, muriendo en funciones un día como hoy a pocos meses de terminarse la Segunda Guerra Mundial, a los 63 años de edad.


Roosevelt es un ejemplo emblemático del político estadounidense que supo combinar su simpatía con la audacia estratégica. Toma el poder de su país a escasos meses del gran crack de 1929 e implementa un programa económico de grandes dimensiones con la construcción de infraestructura que genera los ansiados empleos desaparecidos con la crisis. Al parecer, su nuevo trato (New Deal) no tuvo un gran éxito económico, pero sí logró fortalecer la base social y obtener al apoyo de los poderosos sindicatos que, combinados con su amplio conocimiento del ejército, lo llevó con ventaja a la Segunda Guerra Mundial de donde los Estados Unidos resultan convertidos en la potencia económica mundial que todavía es y en lo que Roosevelt no es ajeno en absoluto.



lunes, 11 de abril de 2011

Yanquis biliosos


El 11 de abril de 1916, sin ninguna elegancia pero con una fuerza de diez mil soldados –y algunos dicen que veinte mil- la expedición punitiva yanqui que perseguía a Pancho Villa, llega hasta sus límites planeados de 400 millas al sur de Columbus: Parral, Chihuahua, donde la población no los recibe bien, atacándolos con piedras y palos.


Los “valientes” soldados contraatacan a la población inerme, dejando un saldo de cincuenta víctimas, entre muertos y heridos, que no logró aplacar la frustrante persecución del fantasma mexicano –apenas comparable con el moderno Bin Laden en Afganistán-, pues aunque el ejército gringo, bajo el mando del implacable Black Jack Pershing, echó toda la carne bélica al asador del desierto de Chihuahua, utilizando maquinaria de guerra: autotransportes para la tropa, tanques, carros blindados, motocicletas, aviones y dirigibles, se dice que Villa iba detrás de ellos escondido en la polvareda que dejaba semejante movilización. Y no contento con eso, en un momento dado, el piloto de un avión aterrizó en la retaguardia del avance y ¿quién se encontró?, pues al mismísimo Francisco Villa, quien lo aprehendió, le quitó el avión y se fue a dar una vuelta por los aires para valorar y burlarse del enorme ejército que avanzaba cansino por el inclemente suelo, que en los calores de abril y con los terregales que hace en este mes en el estado de Chihuahua, no era un paseo placentero.


Es cierto, los yanquis ganaron experiencia que les sería muy útil un año después en la primera guerra mundial, probaron la eficacia de sus instrumentos y los utilizaron con ventaja en la guerra europea, pero el hecho de no haber tenido la más mínima posibilidad de apresar a Villa fue una gran decepción. Pasaron los días y los meses, nomás las moscas los recibían, cariñosas como son, hasta febrero de 1917 cuando decidieron que era conveniente regresar a su país. Villa se había salido con la suya, no había nada qué festejar. Como decía un corrido de aquella época que contaba los sucesos: “Aquellos soldados muestrábanse biliosos…” Y quién no.



domingo, 10 de abril de 2011

Leona


Siempre tuve la idea de que la historia de Leona Vicario se relacionaba con el sureste mexicano, donde uno de los estados lleva el nombre de su esposo, Andrés Quintana Roo, pero su vida no tiene nada que ver con aquellos rumbos, sino con la ciudad de México. Y su relevancia histórica tampoco depende de que haya contraído nupcias con el abogado y político insurgente, sino con su decidida participación individual en la lucha emprendida por Miguel Hidalgo y José María Morelos desde el origen mismo en 1810.


El 10 de abril de 1789 nace Leona Vicario en la ciudad de México, donde muere a los 53 años, en 1842. Al inicio de la independencia, Vicario ayudó a los insurgentes con dinero y medicinas, dio refugio a sus fugitivos y escribió, publicó y repartió volantes y panfletos de propaganda contra el gobierno colonial.


Como al resto de los insurgentes primigenios, a Leona tampoco le fue muy bien que digamos. Como miembro del grupo secreto los Guadalupes –adelantada nominación que hoy usaría un grupo de rock-, Leona fue aprehendida, encarcelada y despojada de sus cuantiosos bienes. Ayudada a escapar, huye a Michoacán en donde se casa con Quintana Roo, insurgente a su vez, por lo que siguen huyendo juntos, al grado de que su primera hija, Genoveva, nace en una cueva de los bosques michoacanos, por negarse reiteradamente a aceptar los indultos que le eran ofrecidos desde la capital.


Tuvo la fortuna de ver consumada la independencia de México y la tristeza de observar los caóticos años de vida independiente. Sin embargo, algo de sus bienes incautados le son restituidos, lo que permitió a Leona Vicario seguir escribiendo sus ideas hasta el día de su muerte, por lo que es considerada la primera periodista de México.


Como muchos de los protagonistas que aparecen en estas páginas memoriosas, Leona Vicario, sin duda, merecería un lugar más prominente en la historia oficial del país por el que dio su piel, su sangre y su tranquilidad. Su condición de mujer es probablemente el primer gran obstáculo que enfrenta su memoria, pero su independencia, su heroica necedad por consumar sus fines, la convirtió en un símbolo subversivo tan peligroso entonces como ahora.



sábado, 9 de abril de 2011

Bucareli


Bucareli es el nombre de un célebre tratado nombrado así por haberse firmado en la famosa calle del centro de la ciudad de México donde ha tenido sus asientos desde tiempos remotos la secretaría de gobernación. También es el nombre del virrey 46 de la nueva España del que se conocen puras caricaturas. O eso creí al principio, para concluir que no son caricaturas, sino que Antonio María de Bucareli tenía el aspecto de una caricatura, eso sí, bien intencionada. Larga su cara como pirulí, nariz de gancho, cejas de comediante y ojos juntos, para no hablar del coqueto rulo de su blanca melena..


Bucareli fue un funcionario pulcro y se merece desde luego nominar una de las calles más emblemáticas de la política mexicana. Como virrey (jura el 22 de septiembre de 1771) promovió importantes mejoras administrativas y civiles, fundó hospitales, hospicios y apoyó investigaciones científicas sobre las riquezas de la Nueva España. Preocupado por las constantes inundaciones de la capital, inicia la construcción del canal de desagüe del Valle de México, labor en la que se halla cuando la muerte se lo encuentra a él, muriendo como virrey el 9 de abril de 1779, a los 62 años de edad.



viernes, 8 de abril de 2011

María bonita

La presencia de María Félix era imponente. "Tanta y tan intensa es su hermosura, que duele", afirmó Jean Cocteau cuando la conoció. Rómulo Gallegos le dedicó esta frase: "Agua clara del remanso donde los cielos se miran". Desde muy jovencita su belleza y su personalidad eran impresionantes. Su descubridor, el director de cine Fernando Palacios, la conoció mirando aparadores en Francisco I. Madero y le preguntó si le gustaría hacer cine. Se dice que María contestó: “¿Quién le dijo que yo quiero entrar en el cine? Si me da la gana, lo haré; pero cuando yo quiera, y será por la puerta grande”. Acababa de entrar por la puerta grande. Luego de sus estelares en la trilogía (Enamorada, Río Escondido y Maclovia), bajo la dirección del Indio Fernández, María Félix se convierte en el personaje que buscaba ser desde joven: la divina garza en persona. A los cuarenta años la hermosa María estaba convertida ya en figura mítica del cine, entonces pudo darse el lujo de elegir sus propias cintas, directores y hasta co-estrellas. Cuando Rómulo Gallegos la conoció en un restaurante gritó: “¡Es ella! ¡Es mi Doña Bárbara!”. Con el propio laureado escritor de guionista, María hizo en Doña Bárbara uno de los grandes papeles de su vida. Hizo lo que quiso en el resto de sus 47 películas, actuó en Europa, en Francia, con Buñuel. Cuando se retira decide dedicarse a su pasión juvenil que eran los caballos. Posee cuadras y algunos de sus caballos obtuvieron premios internacionales. Casada con su pintor francés envejece con sabiduría y cuando enviuda estaba convertida ya en esa anciana guapa que todos conocimos en su vejez. Su único pecado fue grabar un disco espantoso, pues podía ser todo lo que quisiera, menos cantante. A la una de la mañana del día de su cumpleaños, el 8 de abril de 2002, María Félix muere mientras dormía a sus bien vividos 88 años de edad. Se reunió con su padre, Bernardo, descendiente de yaquis; con su madre, Josefina, hija de españoles; con su hijo Enrique. Fue una de las grandes bellezas del cine mundial. María bonita, María del alma.

jueves, 7 de abril de 2011

Tarde de centro


Ayer fuimos al centro de Puebla a participar en la protesta ciudadana contra la violencia, en apoyo a la convocatoria de Javier Sicilia. A diferencia de los partidos políticos, los ciudadanos no tienen ni la experiencia ni la infraestructura para sacar adelante este tipo de reuniones. Con todo y todo fuimos unas mil o mil quinientas las personas que acudimos al llamado, nada mal en una ciudad sin demasiada violencia.


Entre los asistentes muchos conocidos entre escritores, poetas, periodistas y académicos. Un micrófono con un radio de acción de diez metros fue por supuesto insuficiente para que el conjunto escuchara los poemas y las lecturas que se hicieron desde algún lugar detrás de las velas encendidas, pues sólo los muy altos pudieron ver a la gente que hablaba. Después de esos diez metros, los asistentes de atrás, ignorando que se daban discursos, gritaban consignas poco polifónicas (“no más sangre”) y echaban chorcha y desmadre con sus acompañantes. Estuvimos una media hora ahí parados.


Creo que podría aprovecharse la reunión de tantos poetas y crear algunas consignas más afortunadas, algo así como: “¡sangre, hambre, fiambre… estamos hasta el estambre!”, bueno, pero que fueran más coherentes que esa que se me ocurrió, porque estoy lejos de ser poeta. “No es un alarde, estamos hasta la madre” tiene un poco de mayor sentido, pero su versificación es imperfecta. En fin, podría hacerse una convocatoria para recopilar algunas buenas frases de consigna, una colecta para un micrófono decente, unos jacales para subir a los oradores y todo sería un éxito.


La tarde se la llevó una original protesta de un grupo civil llamado Actívate por Puebla que fue y depositó a las puertas del Congreso local una piedra de seis toneladas decorada con colores abstractos y buen gusto. Cuando pasamos por ahí las autoridades, con una enorme grúa, hacían intentos por removerla (pensamos que la quitarían, pero sólo la pegaron a la acera), rodeada por buena parte de los elegantes diputados debidamente pagados a uno o más teléfonos celulares. ¡Cómo cambia la gente! Se convierten en diputados (los convertimos, debería decir) y automáticamente se bañan y se les pega un teléfono a la oreja. Y así se están tres años, con mirada de autistas que no ven ni escuchan nada de la realidad, sólo las palabras de sus poderosos coordinadores.


Bueno, pues la piedra estará ahí hasta que se apruebe la nueva ley de transparencia para el Estado. Se ve rara la piedra, es una extraña metáfora de los inquilinos del Congreso, muy arreglada, dura, pesada, nada más cercano a la transparencia que ella. Y bien por quien haya tomado la decisión de dejarla ahí. La fotografía es de La Jornada de Oriente en su edición de hoy.



Henry el visionario


El 7 de abril de 1947 muere el hombre que transformó las relaciones laborales entre patrones y trabajadores. El principal hallazgo de Henry Ford fue vislumbrar que sus obreros podían escalar de clase social y convertirse en sus propios clientes. Para ello era menester poner a su disposición un producto económico y útil que pudieran pagar, por lo que había que retribuirlos con mejores salarios.


Henry Ford es el creador de un visionario método de montaje en cadena para el ensamblaje de automóviles que combina con la publicidad masiva y un bien organizado sistema de concesionarios, donde los segundos del reloj establecían el equilibrio. El resultado fue el Ford T, que apareció en el mercado el 1 de octubre de 1908.


Poco a poco Henry Ford fue incorporando modalidades a su sueño posible creando un marco propicio para las organizaciones sindicales a las que sedujo con salarios muy por encima de lo que era normal, crea un departamento de psicología en sus empresas, estimula la formación de mecánicos en todo el país, capaces de arreglar y mantener sus máquinas y revoluciona la noción misma del consumo, no sólo de automóviles.


Si en 1914 produce y vende 250.000 vehículos, para 1916 fueron 472.000, que al final de su vida, un día como hoy, se habían convertido en quince millones de unidades. No sólo debe hablarse del exitoso sueño industrial de Henry Ford, sino de su ambición social de imaginar, con impecable patriotismo, que al aumentar el nivel de vida de sus trabajadores, ellos mismos se convertirían en sus principales clientes. Una fórmula en la que todos ganaron.


Me deja pasmado el pensar que en México ha ocurrido todo lo contrario: depauperar al 90 por ciento de la población para conformarse con una décima de sus habitantes como consumidores. Esa sí es falta de visión (y de patriotismo, de ambición, de inteligencia y de madre).



miércoles, 6 de abril de 2011

Filibusteros


En 1857 México está aún es asediado por las principales potencias extranjeras y algunos particulares. El 6 de abril de ese año ciudadanos sonorenses y fuerzas del capitán Lorenzo Rodríguez, luego de seis días de combates, derrotan a los filibusteros de Henry A. Crabb (en la imagen) cuando pretendían fundar una república autónoma en el estado de Sonora.


Aunque el asunto es un poco más complicado que esa mera ficha. Para empezar, la política interna del estado de Sonora estaba muy movida. La adhesión al Plan de Ayutla propició el nombramiento de un gobernador y otro, movimientos de tropas y órdenes cruzadas de los mandos militares. En eso aparece un personaje que la ficha no menciona pero que tiene un papel estelar en todo este tinglado. Su nombre era Agustín Ainza y se hacía llamar hermano político de Henry A. Crabb, quien lo acompañó la noche del 7 de mayo de 1856 a casa del gobernador Manuel María Gándara en la haciendas de Santa Rita. Ainza se acredita como apoderado de la Comisión establecida en la Alta California para colonizar la frontera de Sonora que planeaba acomodar al primer núcleo de 500 sonorenses a orillas del Río Colorado, donde “el Gobernador tuviese por conveniente designar.” Pero el gobernador tenía noticias de propaganda sediciosa que Ainza desarrollaba en los pueblos para independizar al Estado y formar con él, Sinaloa y Baja California, una nueva república que después propondrían en venta a los Estados Unidos.*


Henry A. Crabb aparece en escena cuando arriba a Sonoita con tres compañías de presuntos voluntarios al mando de los capitanes McDowell, Holliday y Freman S. McKinney, donde suscribe su histórica carta de desafío al Prefecto de Altar.


Se manda detener a Ainza y su cómplice, José María Escalante hijo, presuntos responsables del delito de traición a la Patria. Ochenta y cuatro piratas son aprehendidos y pasados por las armas sin contemplación este mismo día. El resto huye despavorido a California, de donde la mayoría eran originarios. Fin de la expedición.


* Laureano B. Calvo, encargado de la sección de archivo histórico de la Biblioteca y Museo de Sonora, escribió los detalles de la expedición en Abril 11 de 1950, en: http://www.historiadehermosillo.com/ARTICULOS/EXPEDCRABB.htm


martes, 5 de abril de 2011

Los otros sicilianos


En muchas ciudades mexicanas se efectuará la tarde de este miércoles una reunión ciudadana contra la violencia desenfrenada que vive nuestro país. Podrías asistir.

Heridas abiertas


En los años ochenta tuve la oportunidad de vivir en carne propia los rezagos de una antigua guerra entre Chile y Perú, estallada el 5 de abril de 1879. Vivíamos en la Villa Olímpica y casi todos éramos estudiantes de la escuela nacional de antropología, por lo que esta unidad habitacional hecha especialmente para las olimpiadas de 1968, que estaba más o menos enfrente, resultaba ideal. En ese momento la villa estaba habitada por una gran cantidad de exiliados sudamericanos, especialmente argentinos y fue por esa vía que el Quelo (bonaerense profundo) consiguió uno de los departamentos, si mal no recuerdo, del edificio 32, que estaba al fondo de la habitacional. Eran enormes, por lo que precisaba subarrendar las recámaras con baño y organizar en la medida de lo posible una cocina y una sala común. El Pulgón, chilena ella, que era su mujer y compañera mía en la escuela, me conectó y muy pronto me vi viviendo ahí. Frente a mi recámara había una pareja de peruanos, también amigos míos, en otra un bailarín ecuatoriano y su pareja, un cantante peruano, e intermitentes una pareja de francés y chilena que llegaban y se iban en sus viajes por el sureste y Centroamérica. Vino también una sobrina francesa y una buena temporadita de un par de compatriotas más que llegaron a engordar el caldo. Fiel seguidor de la doctrina Estrada yo, como único mexicano, traté de que prevaleciera la armonía bajo el lema juarista de “el respeto al derecho ajeno es la paz”, que funcionó un tiempo, pero que más pronto que tarde comenzó a hacer agua por un viejo litigio que por supuesto no comprendí, no compartí y en donde fue poco lo que pude hacer: la guerra del Guano y del Salitre de 1879, que dejó profundas grietas en el ánimo irreconciliable de los peruanos con sus vecinos los chilenos (ahora apoyados por Argentina y Francia) y con un México neutral.


El 5 de abril de 1879 estalla la llamada Guerra del Pacífico, en la que Chile enfrenta a Bolivia y Perú por la posesión de una franja de ricos yacimientos cupríferos. El disciplinado ejército chileno vence a sus rivales, con lo que Perú pierde el sur de su territorio, en tanto que Bolivia pierde su acceso al mar.


Desde mediados del siglo XIX el descubrimiento de guano y salitre en el desierto de Acatama que fue explotada por empresarios chilenos e ingleses, amparados en tratados tripartitas entre Chile, Perú y Bolivia que discutieron sin demasiada exactitud los límites territoriales de cada quien, pues aquí las versiones difieren según quién te lo cuente.


Con el tiempo, los tradicionales golpes de Estado en esa región dieron al traste con los endebles acuerdos, desconociéndolos o tratando de reconfigurarlos. La mecha se prendió cuando Bolivia, que veía como sus riquezas se derramaban hacia el sur, condicionó las cosas a un impuesto de 10 centavos por quintal del salitre exportado por las compañías chileno-inglesas. Chile adujo que violaba un artículo del tratado y esto provocó un conflicto diplomático de pronósticos reservados. Chile hace presencia con su armada frente a la bahía de Antofagasta ante los reclamos de Bolivia, que por su parte exige a Perú que cumpla con un tratado de defensa recíproca y lo ayude ante el inminente enfrentamiento. Perú intenta la diplomacia pero fracasa. Chile ocupa Antofagasta y el 5 de abril declara la guerra a Bolivia y Perú.


La guerra estalla y durará cuatro años, lo mismo en el mar entre las armadas chilena y peruana, que en tierra con los bolivianos en Tarapacá, Tacna y Arica. Al poco se retira Bolivia derrotada, Perú resiste pero en enero de 1881 el ejército chileno entra a Lima, la capital. Lo que siguió fue el largo epílogo de esta guerra hasta la firma del tratado de Ancón, el 20 de octubre de 1883. Perú pierde dos provincias del sur y Bolivia su salida al mar, además de que los tres países contribuyeron con su cuota de muertos para juntar entre todos unos 25 mil.


En la Villa Olímpica nadie murió, afortunadamente, pero todos perdimos. El litigio terminó cuando los habitantes de aquel departamento fuimos puestos de patitas en la calle. No me fue difícil acomodarme en otro edificio en circunstancias más o menos iguales, lo difícil fue entender que el resentimiento dure tanto tiempo, que las cicatrices de una pérdida tan dolorosa como la peruana y la boliviana, simplemente, nunca podrán sanar.


Mi amistad con todos ellos pervive a pesar de los años, ya cada quien su país de origen, pero por separado. Un abrazo a todos, por separado.






lunes, 4 de abril de 2011

El día de King


Guy Banester, personaje (¿real?) de la crónica literaria de Don DeLilo, Libra, sobre el mundo que rodeaba a Lee H.Oswald y el asesinato de Kennedy en los años sesenta, ilustra en este párrafo algunas de las exigencias de sus superiores de los servicios de “inteligencia” en el gobierno de los Estados Unidos:


“Querían listas de negros, de amantes de los negros, de negros armados, de negras embarazadas, de negros de piel clara, de negros casados con blancas. Resultaba imposible fotografiar a una negra, jamás había visto la foto de un negro en la que pudieran distinguirse las facciones. El que no despidan luz es sólo un hecho de la naturaleza.”*


Martín Luther King era uno de ellos, el más importante en su momento, cabeza de un movimiento que luchaba contra la discriminación y el derecho al voto para los afroamericanos. King era pastor de la iglesia Bautista y desde esa posición hizo su labor por los derechos civiles y contra la guerra de Vietnam. El 4 de abril de 1968 precisamente se encontraba en Memphis en apoyo a un grupo de basureros que se fueron a la huelga por sus lamentables condiciones de trabajo. Lo había hecho ya en el boicot de autobuses en Montgomery en 1955; en la Marcha a Washington por el Trabajo y la Libertad en 1963, cuando estremeció al mundo con su discurso "I have a dream" (‘yo tengo un sueño’).


La noche previa había pronunciado un discurso inspirado y dramático sobre la lucha, donde, entre otras cosas, expresó: “Y he mirado en torno a mí y he visto la tierra prometida. Puede que yo no vaya allí con vosotros.” No lo fue, doce horas después lo asesinaron. King se hallaba en el balcón del Lorraine Motel en Memphis, Tennessee. Le dispararon desde unos matorrales (podados convenientemente a los dos días) y no del edificio del frente, como se señaló; la bala atravesó la garganta de King que cayó al piso sin ninguna posibilidad. Tenía 39 años de edad y un tercio de ella dedicado a los derechos civiles.


A los dos meses del asesinato de Martin Luther King aprehendieron a un ladrón y lo acusaron del crimen. Había un guión: él lo aceptó, después lo negó. Con los años afloraron otras evidencias para sostener la existencia de un complot para asesinarlo, con participación de federales, mafiosos y bolsas de hasta cien mil dólares por liquidarlo. En 2004, Jesse Jackson, testigo del crimen y de la investigación, afirmó: “nuestro gobierno estuvo muy implicado”, pero en su momento, como suele ocurrir en esta clase de crímenes que cambian naciones enteras, el Departamento de Justicia, “no encontró ninguna prueba que pudiese demostrar una conspiración.”


La muerte del Doctor King desató la violencia en sesenta ciudades de Estados Unidos que costó un centenar de muertes a manos de las fuerzas del orden que detuvieron las protestas a sangre y fuego. Con el paso de los años, la memoria de Martin Luther King fue elevada a los altares de la patria y desde 1986 este día es uno de los feriados más importantes en el calendario cívico de ese país.


* Don DeLilo, Libra, Sexis Barral, 2005, p. 156




domingo, 3 de abril de 2011

Vicente el poblano


El 3 de abril de 1833 nace en la ciudad de Puebla Vicente Suárez, el valiente cadete que defendió el Castillo de Chapultepec en el asalto yanqui de 1847, donde muere a los 14 años de edad.


Vicente fue uno de los seis cadetes que murieron en el ataque de las fuerzas del general Zacarías Taylor al Castillo de Chapultepec, donde estaba el Colegio Militar y que fueron conocidos como los Niños Héroes. De los seis fue el primero que murió, pues su comisión ese día era la de centinela a la entrada del castillo.


Lo que se sabe es que Vicente Suárez fue uno de los 46 cadetes que solicitaron quedarse a defender el Castillo de Chapultepec y que por alguna razón no fueron recogidos o reconvenidos por sus familiares, tal vez por encontrarse en Puebla.


- Quiero defender as la patria, papá.

- No me vengas con cuentos ¡a la casa! -fue la historia de decenas de chamacos.


Lo cierto es que eso no le sucedió a Vicente ni a sus 45 compañeros y 19 miembros del plantel del Colegio que decidieron quedarse a ver qué pasaba. Lo que pasó fue que llegó un ejército profesional y entrenado que lo primero que encontró fue a este chamaco en quien no gastó ni siquiera una bala. Vicente, a sus 14 años y cinco meses fue atacado a bayoneta limpia y murió con heroísmo y honor (cualquier cosa que quiera decir eso), causando una gran impresión en sus contemporáneos, una vez que pasó la hecatombe.


En septiembre de 1878, 31 años después del sacrificio, el heroísmo de los Niños Héroes fue recompensado por la patria. Los seis cadetes fueron subidos al altar de la patria, dedicándoles un espectacular monumento en 1884. Luego fueron bajados, en el sexenio de Ernesto Zedillo, cuando los puntillosos historiadores descubrieron algunos elementos endebles de la narración. No eran niños, no eran héroes, no eran seis. No se sabe. Yo, que estudié mi educación básica en la escuela Niños Héroes, me vale un pepino. Mis niños siempre serán niños y siempre serán héroes, aunque se trate de un mito.



sábado, 2 de abril de 2011

Francisco Sosa


En Francisco Sosa me ocurrieron cosas importantes, la recorrí millones de veces y en el número 457 tomé clases de flamenco. Mi novia era una de las doce bailarinas que componían el grupo y sólo estaba inscrito un varón, yo. Duré varios meses zapateando y tratando de aprender el trotecito de talón y punta, base de flamenco, pero nunca lo logré. Comprendí que era un baile escénico y que las estudiantes lo aprendían para –posiblemente- dar exhibiciones de baile profesional y yo sólo quería estar con mi novia. O algo así, lo cierto es que todas estaban muy guapas y la calle de Francisco Sosa rondaba mi cabeza toda la semana.


Pero Francisco Sosa no sólo es el nombre de una importante calle de Coyoacán, en el sur cercano del Distrito Federal, hubo un literato y político liberal con ese nombre, nacido el 2 de abril de 1848 en Campeche. Imposible saber si se llamaba así por vivir en esta calle o pusieron ese nombre a la avenida porque el prohombre vivió ahí.


Francisco de Paula Sosa Escalante fue un escritor, poeta y periodista muy valiente y prolífico, afición que lo condujo más de una vez a la cárcel. Estamos hablando de un intelectual que inicia sus acciones en pleno imperio de Maximiliano, en 1864, cuando funda la Revista Mérida y muy pronto fue a dar a una crujía de San Juan de Ulúa. No estaba más que empezando, los lectores de México sabrían de él los siguientes cincuenta años, en los que funda y refunda revistas, periódicos y pasquines desde su residencia en Coyoacán, entre los que destacan El Renacimiento, junto a Ignacio Manuel Altamirano, luego con Vicente Riva Palacio el periódico El Radical y posteriormente La Libertad.


No estaba seguro de quién era Francisco Sosa cuando paseaba por su calle tomado de la mano con aquella estudiante de flamenco, pero no tenía duda de que la calle se llamaba así, pues por ese entonces la mencioné millones de veces. Ahora caigo.



viernes, 1 de abril de 2011

La batalla de Torreón


El primero de abril de 1914 la Batalla de Torreón. Sitiadas las fuerzas de Victoriano Huerta por el ejército carrancista de Francisco Villa, de unos diez mil hombres cada quien, entablan un aguerrido y sangriento ataque esta noche que se resolvería hasta la mañana siguiente, cuando los federales huyen derrotados hacia Zacatecas. Una derrota muy cara a un Huerta tambaleante, preludio de la derrota final que ocurría semanas después en Zacatecas.


En una genial estrategia, dos meses antes Villa entra por la frontera con siete hombres y camina al sur consumando audaces ataques en donde sorprende a los federales y los despoja de sus armas y piezas de artillería, al llegar a Durango tiene ya un ejército de diez mil soldados, los famosos Dorados. Carranza, aunque desconfiado de tanto poder, nombra a Villa jefe de la División del Norte.


Los federales dominaban con su artillería los cerros de La Pila, Santa Rosa y el cañón del Huarache confiados en resistir el embate villista. Villa fracasa en sus primeros intentos del 23 y 25 de marzo, pero después rodea con sus tropas la ciudad y toma Lerdo, después Gómez Palacio, franqueando su entrada a la estratégica plaza de Torreón.


Esta noche y la madrugada del día 2 de abril, Velasco ordena evacuar la ciudad y Villa toma la ciudad a un costoso tributo de cinco mil muertos de ambos bandos, la cuarta parte de los participantes. Ahora seguía Zacatecas, pero sería una plaza que le iba costar su rompimiento con el Jefe Carranza.