martes, 11 de enero de 2011

Errante no errado


En medio de confusas decisiones en torno a la aprehensión de Benito Juárez del 17 de diciembre anterior, cuando ocurre aquella famosa escena donde Guillermo Prieto le salva la vida con la célebre frase de “los valientes no asesinan”, el 11 de enero de 1858 Juárez es liberado de la cárcel e inicia su largo periplo que se conocerá como la presidencia errante.

El ejército de Zuloaga lo anduvo persiguiendo del tingo al tango, obligándolo a establecer un gobierno móvil apoyado por un puñado de sus militares; muy pronto, Juárez se ve obligado a huir a Panamá, de donde viaja a La Habana, luego a Nueva Orleans, en donde toma fuerzas y espera impaciente el momento oportuno de regresar a retomar su causa.

Coincidentemente, tres años después, este mismo día, el 11 de enero de 1861, las tropas juaristas entran victoriosas a la ciudad de México, dando fin a la Guerra de los Tres años o Guerra de Reforma, no sin antes haber decretado la Ley de Nacionalización de los Bienes Eclesiásticos, el 12 de julio de 1859.

Todos estaban muy contentos, pero les iba a durar muy poco el gusto, ahí venían los franceses.



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