sábado, 25 de diciembre de 2010

Levántate Carlitos


No recuerdo cuándo vi la primera película de Chaplin, pero sospecho que no fue demasiado pronto en mi vida; su nombre y la imagen de Charlot, en cambio, la recuerdo desde siempre, bien en la revista Vanidades o en Selecciones de la Reader´s Digest, que fueron nuestros dos principales vínculos con el mundo exterior, toda vez que en Cuauhtémoc no había televisión. Ahí estaba Charles Chaplin, una y otra vez, con su graciosa imagen, en reportajes sobre sus divorcios o sobre su numerosa familia; su fortuna o sus malos humores.

A lo largo de mi vida, después, lo vi en innumerables películas, de las cerca de noventa que realizó en sus diferentes roles de actor, director, escritor, productor y compositor.

Se sabe que a Chaplin no le gustaba la Navidad, creo que su hija Geraldine se quejó de ello. No la festejaban. Tomó tan en serio sus reticencias, que el 25 de diciembre de 1977, a los 88 años de edad, decidió morirse durante el sueño. Así era él de espectacular

A los cuatro meses de su muerte su cadáver fue robado, exigiendo alguna recompensa. La familia no quiso saber, pero los ladrones fueron capturados. Lo volvieron a enterrar en el mismo lugar, pero ahora pusieron dos metros de cemento sobre su cuerpo. Cruel ironía para un ser, de entre todos los muertos, que merecería la resucitación.



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