viernes, 3 de julio de 2009

Hijos de cuarenta


Si todo resulta como lo definieron las encuestas, el PRI retornará a encabezar los cuatro distritos de la capital poblana después de doce años de triunfos del PAN. No sabría decir las razones precisas de esa derrota anunciada, que no sea un deficiente trabajo político de los dirigentes de Acción Nacional y la práctica aguda y persistente de las conocidas artimañas del otrora partido ganador de todas las elecciones. De acuerdo a las estimaciones, el PRI pasará a tener diez o doce diputados poblanos, de cuatro que tiene ahora, mientras que el PAN tendrá cuatro, cinco o seis, de los doce actuales.

Como ciudadano la derrota de uno y el triunfo del otro no cambia absolutamente nada ni mi bienestar ni mi malestar, pues tanto uno como el otro son dos instituciones carcomidas por la ambición, cuyos fines se circunscriben a ganar el poder a favor de sus prebendas políticas y económicas. Los candidatos de uno y otro son tan grises que no significan nada sus triunfos o sus derrotas. El triunfo del PRI servirá a los propósitos de don Beltrone y la Cosa Nostra, les permitirá ganar poder en el equilibrio circense que mantienen con la presidencia de Calderón, y abonará a sus ambiciones de retomar el poder en el 2012, ya sea con el copete que canta o con algún otro advenedizo de sus conveniencias. Pero en lo local no significa nada, tendremos un nuevo diputado, ahora priísta, tan desconocido e indiferente como el actual diputado federal del PAN, cuyo nombre desconocen la inmensa mayoría en este distrito. El sorprendente Google sale al quite (http://www.google.com.mx/elecciones2009/) y nos proporciona alguna información que, aunque vaga, nos da una idea del “arduo” trabajo de este señor, cuyo nombre es Alfonso Othón Bello Pérez: que asistió al 90% de las sesiones, no presentó ninguna iniciativa, aprobó 4, rechazó una y supuestamente no dejó ninguna iniciativa pendiente. De las principales reformas de este periodo levantó el dedo por instrucciones de su jefe de bancada a la ley de transparencia, la del IETU, que fue la fiscal, a la electoral y la de seguridad pública. Es un santo desconocido en su distrito, nunca vi una oficina de atención, ni una entrevista radiofónica, periodística y, por supuesto, ninguna idea sobre nada de nada, pues el señor no existe para la ciudadanía, es tan sólo un nombre y un voto para el interés específico de su partido. Así y todo, nos costó algo así como seis millones de pesos. Muy costoso para ser tan inútil. ¿Qué nos espera a los ciudadanos del Distrito XII de Puebla con el siguiente ganador? Bueno ¡vamos!, ya no somos ingenuos. Su nombre es Juan Carlos Natale, lo más destacado de su campaña es que estuvo coludido en una golpiza a personeros panistas de su contrincante y que, a pesar de las evidencias, negó todo. No, no esperamos nada de él, pero igual nos va a costar unos seis millones de pesos los próximos tres años. Pero ¿y si gana el PAN? Por favor, el señor Bello ya nos lo mostró con contundencia. Es por eso que no pondría votar por ninguno de ellos, por eso anularé mi voto, para gritar al mundo mi impotencia, mi tristeza. Ojalá todos griten igual, para por lo menos anular la sonrisa de esos pillos, hijos de cuarenta.


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