miércoles, 25 de febrero de 2009

De ángeles

Dentro de la capilla del Rosario del templo de San José, en el centro de la ciudad de Puebla, los ángeles tronos en la cúpula que corona a la virgen aparecen en todas las culturas del mundo. Mahoma habló con un ángel y Confusio los menciona; los ángeles en el judaísmo son comunes, mientras que los calvinistas crearon fantasías sublimes como el cielo de Swedenborg, poblados por ángeles conversadores. Para no hablar del festivo catolicismo que, en ciudades tan antiguas como Puebla, donde verdaderas colonias de ángeles invaden sus múltiples espacios religiosos, y aún civiles, con casi cinco siglos de antigüedad.

Para quienes no somos especialistas, los ángeles vienen siendo estos personajes alados que adornan, en los más diversos materiales, las iglesias de ciudades como esta, denominada además ciudad de los ángeles. Vemos ángeles, pero se nos escapan los detalles que distinguen a los ángeles y su enorme jerarquía: si tiene cuerpo, si tienen tronos, cetros, escudos, alas oceladas pertenecen a cierta clase de angelicalidad. Los detalles son signos distintivos de las épocas en que fueron imaginados, y Puebla un lugar privilegiado para interesarse en los pormenores de la significación de los ángeles, la angelología.

Una angelita común

¿Son los ángeles solo intermediarios entre Dios y los hombres? No podemos estar seguros en dónde se originó la identidad angelina, parece probable que evolucionaron de las deidades aladas de las creencias sumerias, egipcias, semitas y mesoamericanas. El primer ángel registrado por la Angelología es un ser descubierto en una estela sumeria; una columna de piedra decorada con figuras e inscripciones de 6,000 años de antigüedad.

Al parecer, los ángeles tienen un papel que los limita a comunicar mensajes entre nosotros y algo superior. Se les describe como si tuvieran poco conocimiento del funcionamiento del universo (Mateo, 24:36, Pedro, 1-12), concretándose a comunicarnos un mensaje o, incluso, un dato. Es cierto, no cualquier dato. O sea, que no cualquier persona tiene el don para percibir a los ángeles, que se aparecen a muy pocos y en épocas bastante lejanas entre sí. El que ve ángeles tiene que ser un iluminado o un demente. Por eso los profetas vieron ángeles y los piadosos sacerdotes aztecas hablaban con Quetzalcóatl. Los sabios filósofos chinos creyeron en las quimeras e interpretaron sus mensajes. El profeta persa Zoroastro (1400 a.c.), fundador del monoteísmo, fue el primero en hablar de ángeles antropomórficos, de rasgos humanos. La idea de ángeles y demonios se convirtió en una parte del folclor y de las creencias religiosas de la antigua Palestina. Los ángeles aparecen en el Nuevo Testamento, donde Mateo y Pedro les asignan la tarea de mensajeros.

¿Eran humanos? En el Génesis (18:1) tres ángeles se presentaron ante Abraham y comieron con él en su tienda de Mambré. El ángel le avisa que Sara, su esposa de noventa años, le daría un hijo que sería el padre de una gran nación. El ángel no dice nada más y se va. Abraham intenta ir a Dios en persona para abogar por el perdón de las ciudades Sodoma y Gomorra, que estaban condenadas a la destrucción. Dios es inflexible, la maldad debía ser castigada. Mandó a dos ángeles maléficos para asesinar a todos sus habitantes. (Génesis 18:2) Bajaron los ángeles con la espada desenvainada con las que destruyeron las dos ciudades ganadas por el pecado. Y quienes vieron la irracional destrucción, quedaron convertidos en estatuas de sal. Podemos imaginar el musculoso brazo masculino de Gabriel lanzando fuego con su espada brillante sobre hombres y mujeres indefensos que poblaban las andrajosas calles de Sodoma; mujeres y niños que corrieron por última vez de Gomorra, y en un instante desaparecieron abrazados por el caos de la barbarie divina, como víctimas colaterales, tras la acción del ángel destructor.

Tras ver aquel horror la piel de esos testigos iluminados comenzó a desecarse y, en instante, de los pies a la cabeza, el mensaje de Dios se extinguió desde los pies y dejaron la imagen de los ángeles destructores en una amarga inmovilidad de sal. Tales son las dificultades que enfrentan quienes tienen el extraño privilegio de ver a los ángeles.

Desde el primer siglo de nuestra Era la naturaleza y apariencia física de los ángeles fue tema de grandes alegatos y disquisiciones. En el año 325 el Primer Concilio Ecuménico consintió oficialmente la existencia de ángeles, la discusión entonces se centraba en cómo eran. ¿Cabrían mil ángeles en una cuchara? ¿Son hombres o son mujeres? En el Segundo Concilio, apenas veinte años después, se condena la adoración de los ángeles. No eran seres divinos sino enviados inferiores que no había que adorar; las apariciones cobraron súbitamente el riesgo de ser confundidas con seres demoníacas y terminaran descuartizadas en las afueras de la catedral de Ámsterdam.

Los ángeles estaban en todos lados, todas las religiones tenían ángeles, eran mensajeros que debían ser escuchados por los hombres piadosos. O elegidos. En el Séptimo Sínodo Ecuménico, en el año 787, la iglesia tomó la responsabilidad sobre la definición del papel de los ángeles: interceder entre el hombre y Dios. No se aparecían a cualquier ser carnal, los iluminados tenían que pasar el visto bueno de la poderosa iglesia.

Durante la Edad Media John Duns Scotus creía que los ángeles eran individuos racionales, hechos de una materia más fina que los seres humanos; es la razón por la que permanecen invisibles, aunque se materializan en cualquier instante para aquellos a quienes deban transmitir su mensaje.

Contemporáneo de Scotus, Tomás de Aquino pensaba que los ángeles eran solo intelecto, pero que podían asumir una forma física si lo deseaban, utilizando su energía mental.

El puritanismo protestante en Europa inhibe sensiblemente el interés por los ángeles. Es entonces cuando los ángeles viajan a América para fundirse con coloridas religiones y para reproducirse por millares. Tonantzintla contiene metafóricamente miles de ángeles. El astrólogo de la Reina María y de la Reina Isabel I, John Dee, convenció a los expertos sobre una supuesta lengua angelical que era posible conocer a través de un médium; resultó ser un idioma con una gramática y sintaxis propias, llamada Enochiana. La lengua Enochiana (que partía del profeta bíblico Enoch) puede apreciarse en este típico extracto:

"Micma Goho Mad Zir Comselha Zieb Biah Os Londoh Norz Chis Othil Gigipah Vnd-L Chis ta Pu-Im Q Mespleh Teloch..."

Traducido, el mensaje dice:

"He aquí, dice su Dios, yo soy el círculo en cuyas manos se erigen doce reinos. Seis son los asientos del aliento viviente, el resto son las hoces filosas de los cuernos de la muerte”.

Después de la muerte del doctor Dee, sus diarios son descubiertos y transcritos por McGregor Mathers, un miembro fundador de la sociedad ocultista conocida como The Hermetic Order of the Golden Dawn, "la orden hermética del amanecer dorado". Desde entonces existen individuos que dicen comunicarse con ángeles, y aun cuando los reclamos sean enteramente falsos, pasa a ser un episodio único en la historia de la angelología. Y así se ha poblado de leyendas de ángeles, como el sueño del fraile sobre los ángeles que construyeron Puebla en una noche, entre las más antiguas y elaboradas leyendas con ángeles. 

Hoy, la nueva jerarquía de ángeles sobrevive en las creencias de la gente, aquí se describen nueve órdenes de seres angélicos con costumbres, cualidades y poderes contradictorios.

Tan solo en la catedral metropolitana de la ciudad de Puebla encuentro decenas de ángeles. Los hay en terracota, yeso, latón, hierro, maderas de diferentes tipos, al óleo, repujados, de cristal que adornan los diversos elementos litúrgicos de la iglesia: frontispicios, cúpulas, confesionarios, púlpito, órgano y altares, y al menos en esta ciudad, su santidad no está en tela de juicio. San Miguel arcángel es el patrono de la ciudad, que también ampara pueblos como San Miguel Xoxtla o San Miguel del Milagro entre decenas de otros, que lo tienen como santo patrón; Miguel arcángel, autoridad única de sus destinos, que junto con Gabriel y Rafael, forman el trío de  arcángeles “locales”, entre los siete arcángeles reconocidos por el cristianismo, a saber, completarían Uriel, Raguel, Sariel y Remiel.

Cada uno tiene una especialidad específica, incluso ahí hay niveles; el arcángel consentido sin duda es Miguel, el jefe del ejército celestial, le siguen Gabriel, el mensajero celestial y Rafael, protector de los viajeros, de la salud y del noviazgo;

Uriel es el encargado de las tierras y de los templos de Dios; Raguel, el encargado de la justicia, de la imparcialidad, de la armonía; Sariel se encarga de los espíritus de los hombres y las mujeres que pecan y finalmente Remiel, el encargado de los resucitados. O sea que si te mueres no contactes a Miguel porque no es su business, sino a Remiel.

Como puede verse, ahora cada arcángel es deje de algún departamento como si Imagino el cielo como un enorme supermercado. ”Protector de noviazgo, favor de comunicarse con la dirección”. Si resultaron con comisiones tan especializadas como la guerra, la ley y la inmortalidad, los arcángeles son seres capaces de encabezar comisiones de gran responsabilidad.

Si a ti te interesan los ángeles la ciudad de Puebla es el umbral adecuado para su exploración.



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